Resumen
Las plataformas digitales se están convirtiendo en importantes agentes en el proceso de mercantilización de los cuidados, pero son todavía escasos los estudios sobre su funcionamiento y la calidad del trabajo que median. La evidencia señala que, si bien pueden facilitar un rápido acceso a ofertas de trabajo, las plataformas refuerzan las jerarquías de género e interseccionales, favoreciendo la mercantilización de los trabajos de cuidados, pero no a través de su formalización o profesionalización, sino a través de fórmulas informales y precarias. Aunque estas plataformas operan en España con tres modelos de negocio diferenciados (on demand, marketplace y agencias digitales), que dan lugar a situaciones contractuales y condiciones de trabajo diversas, todas las plataformas se caracterizan por reducir la capacidad de agencia y negociación de las personas trabajadoras a la hora de discutir precios y condiciones laborales.
Palabras clave
Plataformas digitales de trabajo, plataformas de cuidados, trabajadores del hogar y de cuidados, desigualdades de género, desigualdades interseccionales
Abstract
Digital care platforms are becoming important actors in the process of commodification of care, but research on how they operate and the quality of the work they mediate is still scarce. Although digital care platforms facilitate quick access to job offers, they reinforce gender and intersectional hierarchies and favour the commodification of care work, but not through its formalisation or professionalisation, but through informal and precarious jobs. These platforms operate in Spain with three different business models (on-demand, marketplace and digital agencies), which generate different labour relations and working conditions; however, all platform models reduce workers' agency to negotiate prices and working conditions.
Key words
Digital labour platforms, care platforms, care and domestic workers, gender inequalities, intersectional inequalities
1. Introducción
Una de las transformaciones más relevantes en el mundo del trabajo en la última década ha sido la irrupción de las plataformas digitales de trabajo, que intermedian entre la prestación y el consumo de una amplia gama de servicios. Las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan que, en el año 2025, 43 millones de personas trabajan en la Unión Europea (UE) a través de una o varias plataformas digitales, de las más de 500 que operan ya en la UE. La literatura sobre los impactos de las plataformas digitales en el empleo se divide entre posiciones optimistas y pesimistas en torno a la formalización o informalización del empleo creado y la mejora o empeoramiento de las condiciones de trabajo y las relaciones laborales. Por un lado, un debate de peso se estructura alrededor del interrogante sobre la verdadera naturaleza del vínculo laboral entre las personas trabajadoras y las plataformas y la supuesta independencia y autonomía de estos prestadores de servicios o trabajadores (Vallas y Schor, 2020). Gran parte del trabajo a través de plataformas digitales se realiza sin contrato laboral o bajo la fórmula del autoempleo (Florisson y Mandl, 2018). Otro eje de análisis importante es la potencial precarización de este trabajo debido a su informalidad y falta de transparencia en los algoritmos de asignación y control de las tareas realizadas (Berg et al., 2018; Graham et al., 2017). La situación laboral de muchas personas trabajadoras en plataformas podría considerarse atípica en la mayoría de los casos (sin un espacio de trabajo fijo, sin contrato laboral, de corta duración y sin horario a tiempo completo). Estas relaciones laborales atípicas dan lugar a trabajos con peores condiciones laborales y cobertura social (Degryse, 2021; Lehdonvirta, 2018; Urzì Brancati et al., 2020). Y, en relación con esto, implican un mayor desafío para la organización sindical y la negociación colectiva (Johnston, 2020).
Los debates académicos y políticos en torno a estas dos temáticas han estado centrados en sectores masculinizados, con una amplia mayoría de trabajadores varones, como el sector de transporte de pasajeros o el del reparto a domicilio (Uber, Cabify, Glovo, Deliveroo). Sin embargo, las plataformas digitales de trabajo están creciendo también en sectores tradicionales, muy feminizados, como pueden ser los servicios de cuidados y de trabajo doméstico. Las mujeres representan casi la mitad (46%) de las personas trabajadoras de plataformas en Europa, siendo mayoría entre los trabajadores offline (64%) (Rodríguez-Modroño, Pesole y López, 2022b). Solo recientemente han comenzado a realizarse estudios que abordan el trabajo digital en plataformas desde una perspectiva interseccional y de género y que examinan sectores donde la mayoría de las personas trabajadoras son mujeres (Kambouri, 2022; Rani et al., 2022). En el marco de estas investigaciones sobre el trabajo en plataformas desde una perspectiva feminista interseccional, se han iniciado en los últimos años varias investigaciones en distintos países y regiones del mundo sobre las plataformas digitales de cuidados. El sector de los cuidados y el empleo doméstico resulta de gran interés para el análisis feminista interseccional al conjugar el estudio de los impactos de las plataformas digitales sobre la organización social de los cuidados y sobre los empleos domésticos y de cuidados, realizados mayoritariamente por mujeres, muchas de ellas migrantes (Rodríguez-Modroño et al., 2024; Yin, 2024). Estas plataformas de trabajo de cuidados constituyen un ejemplo perfecto para poder analizar cómo la economía de plataforma reconfigura las relaciones laborales, los mercados, y las desigualdades interseccionales y de género.
2. Principales debates en torno a las plataformas digitales de cuidados
Las plataformas de trabajo doméstico y de cuidados son plataformas laborales digitales que median en las transacciones laborales de servicios domésticos o relacionados con el hogar, incluidos, entre otros, la limpieza y el trabajo doméstico, el cuidado de menores, mayores y personas en situación de dependencia. Estas plataformas digitales de trabajo en el ámbito de los cuidados a domicilio han crecido rápidamente, en especial en la última década, como resultado de la combinación de varios factores: la transformación digital, la financiarización de la economía, el aumento de las desigualdades, la privatización de servicios públicos, así como el envejecimiento de la población y la crisis social de los cuidados (Rodríguez-Modroño, 2025). La OIT estima que el número de plataformas laborales digitales de cuidados se multiplicó por más de ocho entre 2010 y 2020, existiendo más de 200 plataformas dedicadas al trabajo doméstico y de cuidados en 2023 (OIT, 2021). Este rápido crecimiento de las plataformas laborales digitales relacionadas con los cuidados tiene implicaciones cruciales tanto para la demanda como para la oferta de cuidados, así como para la forma en que se gobiernan dichas plataformas. La investigación sobre las plataformas digitales en el sector de los cuidados es aún incipiente, y se estructura también en torno a los debates sobre las posibilidades de acceso al trabajo y su formalización, las condiciones laborales de estos trabajos y sus impactos sobre las desigualdades y la profesionalización de los servicios.
En el debate sobre el papel de las plataformas a la hora de facilitar el acceso al trabajo a población más vulnerable y sobre la formalización de este trabajo, la literatura se organiza en torno a dos puntos de vista diferentes. El primero subraya las similitudes entre el trabajo doméstico y de cuidados tradicional, históricamente invisibilizado y devaluado, y el mediado por plataformas. Este enfoque defiende que, en un sector donde las mujeres, las personas migrantes y racializadas constituyen la mayoría de la fuerza laboral, y donde la informalidad y precariedad del trabajo es la norma, la irrupción de las plataformas en el sector puede representar una oportunidad para visibilizar y revalorizar a las trabajadoras del hogar y de cuidados, introduciendo elementos de formalización o una mayor institucionalización de la relación laboral (Poblete et al., 2024; Ticona y Mateescu, 2018), aumentando la visibilidad de un trabajo que de otro modo sería invisible, u ofreciendo una mayor flexibilidad temporal que podría facilitar la conciliación (Trojansky, 2020). Estos estudios cuestionan por tanto que las plataformas no favorezcan al menos una formalización selectiva o mayor visibilidad de un trabajo habitualmente invisibilizado y precario (Van Doorn, 2017).
En este sentido, se sugiere que el desarrollo y crecimiento de estas plataformas de trabajo podría ayudar a crear empleo de más calidad, combinando la flexibilidad con la incorporación formal en el mercado laboral, brindando protección legal y reconociendo los derechos sociales de las personas trabajadoras (Huws et al., 2019; Kasliwal, 2020). En países en los cuales las trabajadoras del hogar y de servicios de cuidados presentan elevados niveles de informalidad, las plataformas digitales de cuidados estarían impulsando el registro, aunque sin tener garantizado el acceso pleno a los derechos y protecciones sociales (Pereyra et al., 2023; Poblete et al., 2024). De manera que, en sectores como el trabajo doméstico y de cuidados en el hogar, predominantemente femeninos, precarios y no regulados, la entrada de las plataformas laborales digitales puede contribuir a formalizar las prácticas laborales, profesionalizar el sector y ayudar a las trabajadoras a adoptar medidas colectivas.
En cambio, otras contribuciones recientes cuestionan las bondades de las plataformas y destacan el incremento en la precariedad de las relaciones laborales a través de plataformas (Rodríguez-Modroño, Agenjo y López, 2022a; Tandon y Rathi, 2022). Este enfoque sostiene que las plataformas utilizan la gestión algorítmica para acceder rápidamente a una mayor fuerza de trabajo y controlar el proceso de intermediación laboral y cobro de los ingresos, limitando su autonomía y reduciendo su poder para negociar las condiciones de sus servicios y un precio justo por los mismos (Pulignano et al., 2023; Rodríguez-Modroño et al., 2024). Las plataformas buscan reorganizar el mercado de servicios domésticos y de cuidados de acuerdo con sus propios intereses comerciales y en beneficio de sus clientes, perpetuando e intensificando las condiciones generalmente asociadas con el trabajo doméstico y de cuidados informal (entre otros elementos, la falta de protección social y laboral, mínimo poder de negociación, inseguridad en los ingresos, vulnerabilidad a la discriminación, reglas opacas y/o volátiles, y falta de desarrollo profesional).
Esta ambivalencia, o incluso contradicción, en los resultados de los diferentes estudios se debe muchas veces a que estamos comparando plataformas que funcionan con modelos empresariales muy diversos y que están presentes en países con diferentes marcos institucionales de trabajo, de cuidados y migratorios. Las plataformas se adaptan a las diferentes industrias y contextos institucionales (Koutsimpogiorgos et al., 2023), de modo que la economía de plataforma no debería analizarse desde un único modelo homogéneo. En especial, las plataformas de cuidados operan con diferentes estructuras organizativas en cada país intentando beneficiarse de las prestaciones de cuidados existentes, al mismo tiempo que bordean la regulación laboral. Los estudios sobre el tema están empezando a distinguir los diferentes perfiles de plataformas en el sector de los cuidados, que aglutinan modelos de negocio y relaciones laborales diversos (Rodríguez-Modroño, 2024a, 2025).
3. La entrada de las plataformas digitales en el sector de los cuidados en España
El sistema público de cuidados ha estado seriamente infradotado desde su inicio, provocando que los hogares sigan dependiendo en gran medida de los cuidados informales. Apoyados por el marco regulatorio existente, estos hogares han tenido que recurrir a la externalización de parte de los cuidados a través de soluciones económicas, resultando en la mercantilización de los cuidados a través de la contratación de una mano de obra con salarios bajos (mujeres, mayoritariamente migrantes). En España, una de cada tres personas en situación de dependencia contrata a una trabajadora de cuidados. Al igual que en otros países, la contratación de cuidadoras domésticas migrantes se ha convertido en el recurso más importante para sostener la provisión de cuidados, especialmente de personas mayores. Tradicionalmente, las familias encontraban cuidadores directamente a través de canales informales, pero cada vez más recurren a empresas privadas, como las tradicionales agencias de colocación y, desde hace unos años, también a las plataformas digitales (Martínez-Buján y Moré, 2024; Rodríguez-Modroño, 2025).
En el mercado en auge que es el sector de los cuidados en España, las plataformas digitales están creciendo rápidamente en las dos últimas décadas y, particularmente, desde 2014. Al ser muy reciente el nacimiento de estas plataformas en nuestro país, contamos aún con escasos estudios sobre las plataformas que ofrecen servicios domésticos y de cuidados (Blanchard, 2022; Galí, 2024; Martínez-Bujan, 2024; Rodríguez-Modroño, 2024b, 2025; Rodríguez-Modroño et al., 2022a, 2023, 2024).
El último mapeo de plataformas de cuidados ha identificado 38 plataformas activas en 2024 (Rodríguez-Modroño, 2025). Podemos clasificar estas plataformas en tres grandes categorías atendiendo a su modelo de negocio, con impactos diferenciados en las condiciones de trabajo en términos de acceso a las tareas, remuneración, flexibilidad y medios de control (Rodríguez-Modroño, 2024a): plataformas bajo demanda (on demand), plataformas marketplace y agencias digitales. Cada modelo de plataforma ofrece una diferente intermediación en la relación con el cliente, condiciones de trabajo y protección. Esta tipología es fundamental para comprender si una plataforma actúa como intermediario débil o fuerte, en función del nivel de control que ejerce sobre la negociación de las condiciones de trabajo y su rendimiento.
- El modelo bajo demanda ofrece trabajos irregulares, de pocas horas, puntuales y ocasionales. Este tipo de plataformas se publicitan como meros intermediarios que facilitan un acceso rápido a una gran oferta de trabajos domésticos y de cuidados y su pago online, a cambio de retener una comisión en cada transacción. Estas plataformas permiten un acceso fácil y rápido a ingresos a mujeres jóvenes migrantes, en su primera etapa de entrada al país, con pocas redes sociales de apoyo, y sin permiso de trabajo ni reconocimiento de su formación académica y experiencia laboral, a cambio de ofrecerles servicios gigs por horas, sin contrato, con ingresos muy bajos, y con una alta inseguridad. Aunque su grado de intermediación es débil, para evitar incurrir en una relación de laboralidad, realmente controlan toda la información accesible a las partes y las negociaciones sobre precio y condiciones (Rodríguez-Modroño et al., 2022a). De hecho, varias sentencias judiciales han reconocido la existencia de relación laboral en varias de estas plataformas (Rodríguez-Modroño, 2024a). Además, la elevada opacidad de estas plataformas en cuanto a la existencia de contrato o los costes y beneficios de sus servicios es premeditada, pues a estas empresas les interesa suministrar muy poca información tanto a clientes como a la población trabajadora y, sobre todo, intentar limitar al máximo la capacidad de decisión y agencia de las trabajadoras. Es habitual que estas plataformas les penalicen con cancelaciones, retrasos o acuerdos con el hogar fuera de la plataforma, o que les impongan sanciones económicas o incluso la suspensión de su perfil si su índice de rechazo de propuestas de empleo es elevado.
- El segundo modelo, marketplace, se trata de un modelo basado en la suscripción que monetiza el acceso a la información de los perfiles, tanto por parte de los clientes o demandantes del servicio como de los trabajadores/ prestadores del servicio. En los modelos on demand y marketplace no existe una relación laboral y, por tanto, no hay derechos laborales ni protección social. Además, cuando los trabajadores tienen un contrato, como suele ocurrir en el caso de las plataformas marketplace, suelen hacerlo bajo el régimen de autónomos, con mayor riesgo y menor protección que el de las personas empleadas. Las marketplace de cuidados suelen ser utilizadas tanto por jóvenes de nacionalidad española, que quieren obtener algunos ingresos por el cuidado a menores, como por mujeres de más edad que quieren complementar los ingresos del hogar con trabajos de cuidados a menores y mayores.
- El tercer modelo, las agencias digitales, se ha desarrollado especialmente en los países con un amplio sector informal de cuidados en los que la legislación permite que los hogares sean empleadores directos. Estas plataformas funcionan de forma similar a las agencias tradicionales, en las que las familias realizan un pago inicial por los servicios de búsqueda e intermediación de personas candidatas y luego una cuota mensual por todos los trámites administrativos. Las agencias digitales favorecen la formalización de los cuidados a través de un contrato de empleo del hogar, ofreciendo mejores condiciones laborales que las otras plataformas, pero más precarias que las de los cuidadores empleados directamente por empresas o instituciones públicas. Para estas plataformas suelen trabajar mujeres migrantes, que cuentan con permiso de residencia y laboral, e incluso con la doble nacionalidad, pudiendo aspirar a contratos más estables, pero no fuera del sector de los cuidados. Aunque, en ocasiones también realizan acuerdos informales sin respaldo legal de trabajadores en situación administrativa irregular. En general, su modelo de negocio suele eludir la normativa de intermediación laboral asumiendo el papel negociador que le correspondería al trabajador (Galí, 2022).
A pesar de estas diferencias en sus modelos de negocio, las plataformas también presentan características compartidas, que hacen que los tres tipos de plataformas estén permitiendo, en mayor o menor grado, la expansión de la mercantilización de las actividades reproductivas a través de fórmulas de trabajo precarias (Rodríguez Modroño et al., 2024). Podemos resumir en cuatro grandes bloques estos rasgos comunes de las plataformas. En primer lugar, las plataformas utilizan las tecnologías digitales para reducir los costes de transacción de la subcontratación laboral y reducir al mínimo las relaciones con las trabajadoras, evitando cualquier vinculación contractual y eludiendo toda responsabilidad.
En segundo lugar, la digitalización de los procesos de selección, gestión y control del trabajo les sirve también para aprovechar las asimetrías de información entre plataformas, clientes y población trabajadora e ir restándoles capacidad de agencia. Existe una opacidad premeditada en las plataformas en cuanto a los costes de sus servicios, tanto para los clientes como para las trabajadoras. Aunque las trabajadoras reconocen que las plataformas les permiten un acceso fácil y rápido a unos mínimos ingresos al tener dificultades para encontrar otros trabajos, su remuneración es inferior a la que obtendrían sin la intermediación de la plataforma y negociando ellas directamente. Las trabajadoras pierden el poder de negociación sobre sus salarios y horarios y cobran menos en la actualidad que cuando las plataformas empezaron a operar en el mercado, mientras que el coste para los usuarios no ha descendido, debido a que las plataformas han conseguido aumentar su cuota de mercado.
En tercer lugar, a través de la gestión algorítmica las plataformas ejercen un control indirecto sobre las personas trabajadoras, que se centra en cuestiones básicas como el cumplimiento de los horarios, pero no en la calidad del trabajo que desarrollan. Escudándose en su mera condición de intermediadoras y para no incurrir en problemas de laboralidad, estas plataformas no ofrecen ningún asesoramiento o formación para las cuidadoras, contribuyendo a evitar la profesionalización de los cuidados. El incumplimiento de los horarios por parte de las trabajadoras puede derivar en penalizaciones o la expulsión temporal o permanente de la plataforma. El uso de la tecnología se convierte así, más en una forma de organización y control del trabajo que en un elemento realmente innovador para la prestación del servicio.
Cuarto, los mecanismos de reputación tienden a estructurarse en una sola dirección: son los clientes quienes califican, siendo los únicos que pueden valorar y opinar sobre el servicio recibido. A la ausencia de gestor o supervisor se une el aislamiento que supone trabajar con una aplicación como único canal de comunicación con la plataforma y sin tener relación entre las propias personas trabajadoras. Ello se traduce en que la organización y la acción colectiva sean más difíciles para estas trabajadoras, con el consiguiente deterioro de los derechos individuales y colectivos. De manera que, aunque las plataformas argumentan que su intervención mejora la formalización y profesionalización del sector, la evidencia lo desmiente. En suma, los resultados obtenidos en el examen de las plataformas de cuidados coinciden en que continúa siendo un trabajo muy precario, con escasa protección social y con una enorme dificultad para ejercer unos derechos laborales básicos.
4. Conclusiones
La primera conclusión que podemos extraer de los estudios sobre las plataformas digitales es que, en el contexto actual de crisis social de cuidados, las plataformas ofrecen a las familias un acceso rápido y de menor coste a los cuidados, pero perpetúan las dinámicas de precarización de este trabajo (Blanchard, 2021; Rodríguez-Modroño, 2024). Las plataformas facilitan la mercantilización de los trabajos de cuidados, pero no a través de su formalización o profesionalización, sino a través de fórmulas informales y precarias, como los trabajos gigs sin contrato, y en el mejor de los casos, a través de contratos de trabajo del hogar o el autoempleo. Las investigaciones muestran que, si bien las plataformas digitales pueden agilizar el acceso al trabajo de las mujeres migrantes, sus condiciones laborales se caracterizan por la precariedad, ingresos bajos e impredecibles, falta de acceso a protección social y prestaciones por desempleo, y atomización de las relaciones laborales. Las plataformas generan enormes asimetrías de información entre la población trabajadora, los clientes y ellas mismas con el fin de aumentar su propio poder y reducir la capacidad de negociación de las personas trabajadoras a la hora de discutir precios y condiciones, y exigir responsabilidades.
Se evidencia también cómo la economía de plataforma encaja perfectamente en las actividades reproductivas, en un sector de cuidados, caracterizado por su informalidad, precariedad y devaluación, con una gran oferta laboral compuesta por mujeres migrantes del Sur Global. De manera que cuando se analizan los impactos de las nuevas tecnologías o la digitalización en los cuidados o actividades reproductivas mercantilizadas, donde el trabajo lo realizan principalmente mujeres migrantes y racializadas, diferentes ejes de privilegio/opresión además del género, juegan un papel central y deben ser incorporados de manera central en el análisis y el diseño de políticas (Van Doorn y Vijay, 2024; Yin, 2024).
Aunque la expansión de las plataformas digitales es un fenómeno reciente y global, está produciéndose en la mayoría de los países, tanto del Norte como del Sur, creciendo vertiginosamente gracias a la facilidad con la que obtienen financiación a través de rondas de inversión, amparándose en su concepción de empresas digitales y/o sociales (Rodríguez-Modroño, 2025). Y a medida que las plataformas digitales van aumentando su cuota de mercado en el sector de los cuidados, aumentan su capacidad para imponer condiciones más precarias a las personas trabajadoras, desempeñando un papel cada vez más destacado en la rearticulación de las prácticas de devaluación del trabajo, al acelerar el proceso de debilitamiento y erosión del contrato social existente entre capital y trabajo (Van Doorn, 2017; Rodríguez-Modroño et al., 2024).
Estos resultados demuestran la necesidad de intervención desde los poderes públicos para reducir los impactos negativos sobre el mercado de trabajo y que los beneficios de la digitalización sean distribuidos de manera igualitaria. Los últimos cambios legislativos que regulan las plataformas, tanto españoles (Ley 12/2021, de 28 de septiembre, para garantizar los derechos laborales en el ámbito de plataformas digitales de reparto, conocida como Ley riders), como europeos (Directiva (UE) 2024/2831 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2024, relativa a la mejora de las condiciones laborales en el trabajo en plataformas), son avances normativos imprescindibles en la protección laboral en condiciones de igualdad.
Sin embargo, el caso de las plataformas digitales en el sector de los cuidados también señala que la regulación de las plataformas digitales debe tener en cuenta la variedad de sectores afectados, la diversidad de personas trabajadoras que operan a través de plataformas y las desigualdades de género y su intersección con otros ejes de desigualdad, incorporando políticas transformadoras de género en toda política digital y, acompañar esta regulación con medidas sectoriales. Por ejemplo, en el ámbito de los cuidados realizados en el domicilio ha supuesto también un avance crucial para la mejora de las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar, la ratificación del Convenio 189 de la OIT, que España no ha realizado hasta 2022.
Para dar cumplimiento a este Convenio, en los últimos años se han aprobado el Real Decreto-ley 16/2022, de 6 de septiembre, para mejorar las condiciones de trabajo y de Seguridad Social de las personas trabajadoras al servicio del hogar y el Real Decreto 893/2024, regulador de la protección de la seguridad y la salud en el ámbito del servicio del hogar familiar. Esta normativa equipara el régimen de las trabajadoras del hogar con el del resto de los trabajadores e inicia la vía hacia la eliminación de la discriminación que históricamente han venido sufriendo los y las trabajadoras del sector doméstico. Este nuevo marco regulatorio está impidiendo que las plataformas puedan precarizar el empleo del hogar mediado a través de ellas, pero no consiguen, por ejemplo, frenar la precarización de los servicios o trabajos que ofrecen sin mediación de un contrato laboral, y que afectan en especial a la población migrante en situación irregular en el país. Necesitamos por tanto una revisión ambiciosa de la regulación existente en la intersección de la inmigración, la legislación laboral y las políticas de igualdad y cuidados, que consiga avanzar en todos estos ámbitos.
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