Sexo | Tipo de ayuntamiento | Vinculación con la empresa | Edad | ||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Total | H | M | otro | Rural | Urbano | Propietario | Propietario y trabaja | Solo trabaja | 16-30 | 31-45 | 46-65 | NC | |
Asociación | 18 | 2 | 16 | - | 10 | 8 | - | - | 18 | 2 | 6 | 10 | - |
CEE | 18 | 4 | 8 | 6 | 3 | 15 | - | - | 18 | 2 | - | 6 | 10 |
EIL | 4 | 2 | - | 2 | 2 | 2 | - | 2 | 2 | 2 | 2 | ||
Sociedad Laboral | 12 | 6 | 4 | 2 | 4 | 8 | - | 6 | 6 | - | - | 4 | 8 |
Cooperativa | 126 | 52 | 47 | 27 | 65 | 61 | 2 | 110 | 14 | 10 | 43 | 34 | 39 |
Resumen
El cooperativismo, con su enfoque en la gestión democrática, la primacía de las personas sobre el capital y su compromiso con la formación se presenta como un modelo atractivo para la captación de talento, especialmente en Galicia. Estudios previos han identificado que uno de los factores clave que motivan a las personas emprendedoras, especialmente a las mujeres, a optar por cooperativas es el acceso a la educación y la formación, considerado como un motor de desarrollo personal y profesional. Este modelo ofrece una ventaja competitiva frente a otros sistemas empresariales, al proporcionar formación continua y obligatoria, promoviendo así la igualdad de género y el empoderamiento en la toma de decisiones. Además, los resultados del estudio muestran que la influencia de la formación es aún más significativa en mujeres y personas en entornos rurales, sectores que suelen tener mayores dificultades para acceder a oportunidades formativas. Todo esto confirma que la formación no solo es un elemento motivador, sino también un factor clave en la sostenibilidad y crecimiento de las cooperativas.
Palabras clave: Formación, Factores de atracción, Cooperativa, Igualdad de género.
Abstract
Cooperativism, with its focus on democratic management, the primacy of people over capital, and its commitment to training, is presented as an attractive model for talent recruitment, particularly in Galicia. Previous studies have identified that one of the key factors motivating entrepreneurs, especially women, to choose cooperatives is access to education and training, regarded as a driver of personal and professional development. This model offers a competitive advantage over other business systems by providing continuous and compulsory training, thus promoting gender equality and empowerment in decision-making. Furthermore, the study's results show that the influence of training is even more significant for women and people in rural areas, who often face greater challenges in accessing training opportunities. All this confirms that training is not only a motivating element but also a key factor in the sustainability and growth of cooperatives.
Introducción
En los últimos años se ha constatado los límites del modelo de desarrollo económico imperante, subrayando la necesidad de avanzar hacia un nuevo paradigma que combine el crecimiento económico con la sostenibilidad. Esta necesidad ha sido destacada desde diversas perspectivas, recibiendo el respaldo de economistas de prestigio como Porter (2011), Piore (2001), Stiglitz (2009) y Mintzberg (2015). A medida que estos postulados se consolidaban, la economía social (ES) emerge como una alternativa real que opera en el mercado, pero aplicando principios diferenciadores en los que el fin social impera sobre la maximización de beneficios. La ES se percibe como un modelo organizacional con capacidad para generar impactos socioeconómicos positivos, contribuyendo a la cohesión social, la creación de empleo y el desarrollo sostenible (Monzón Campos & Chaves Ávila, 2012; Stiglitz, 2009; Utting, 2015; Wilkinson, 2014).
La ES incluye un conjunto de entidades emergentes, principalmente cooperativas, fundaciones, entidades sin ánimo de lucro y organizaciones de innovación social y base asociativa. Este sector emplea a más de 14 millones de personas en la Unión Europea y agrupa a más de 28.000 entidades activas (Comité Económico y Social Europeo [EESC], 2017), constituyéndose como el principal polo de innovación social (Moulaert, 2013). A diferencia del modelo empresarial tradicional, la ES se caracteriza por su enfoque en el bienestar de las personas y la sostenibilidad de las comunidades, lo que la convierte en un actor clave en la transformación de los paradigmas socioeconómicos actuales.
El reconocimiento del potencial transformador de la ES para impulsar un cambio de paradigma ha dado lugar a diversas iniciativas de apoyo y desarrollo de este sector. A nivel internacional, varias instituciones han alineado sus agendas con la necesidad de este cambio, integrando la ES en sus discursos y estrategias de actuación. Así, la ONU, la OIT y la OCD a nivel internacional han publicado en los últimos años estudios o resoluciones que abogan por potenciarla o incluirla en sus líneas de acción. En el ámbito europeo existe un Plan de Acción Europeo que sitúa a la ES como motor clave de crecimiento y bienestar. Una de las primeras acciones de este Plan de acción se ha materializado el pasado mes de noviembre, durante la presidencia española de la Unión Europea, cuando se aprueba la Recomendación del Consejo de Europa para el desarrollo de condiciones marco para la ES.
Por su parte, España está desplegando la segunda estrategia para la ES 2023 – 2027. Una iniciativa impulsada por el Gobierno de España con el objetivo de fortalecer y consolidar el papel de la ES como motor de desarrollo económico inclusivo y sostenible. Esta estrategia busca promover la creación de empleo de calidad, la igualdad de género y la cohesión social a través de la innovación y la participación de las entidades de economía social. Entre sus principales ejes destacan la digitalización, el fomento del emprendimiento cooperativo, el apoyo a la internacionalización y la mejora del acceso a la financiación para entidades de este sector. Asimismo, la estrategia refuerza el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y pone un énfasis particular en el impulso de políticas que favorezcan la transición ecológica y la equidad en el mercado laboral, consolidando a la ES como un pilar clave en el modelo económico del país.
En este contexto, la formación juega un papel fundamental en todas las recomendaciones, planes y estrategias impulsadas en torno a la ES, ya que se reconoce como un motor clave para su desarrollo. Tanto en el ámbito internacional como en el europeo, la formación se sitúa como un eje transversal en las iniciativas que buscan consolidar la ES como un modelo alternativo al sistema económico tradicional. Todas las instituciones que han subrayado la importancia de la ES, también han hecho hincapié en la necesidad de desarrollar competencias específicas entre los trabajadores y trabajadoras del sector.
En este sentido, la capacitación y la formación continua son esenciales para garantizar que las personas vinculadas a la ES puedan gestionar de manera eficiente las entidades, adaptarse a los desafíos del mercado y fomentar la innovación social (ONU, 2021; OIT, 2020; OCDE, 2019).
El Plan de Acción Europeo reconoce explícitamente que la formación es un componente esencial para fortalecer el impacto del sector. Este plan promueve la mejora de las competencias profesionales mediante programas formativos orientados a la digitalización, la sostenibilidad y el emprendimiento cooperativo, con el fin de asegurar que los actores de la ES puedan contribuir de manera efectiva a la creación de empleo de calidad y la cohesión social. Asimismo, la II Estrategia Española de Economía Social 2023-2027 refuerza esta idea, destacando la importancia de la formación no solo para mejorar la empleabilidad, sino también para avanzar hacia la equidad de género y la inclusión social. Estos planes y estrategias coinciden en que la formación es indispensable para lograr un cambio de paradigma que combine el crecimiento económico con la justicia social, un objetivo central de la ES (Gobierno de España, 2023; Consejo de Europa, 2022).
En el presente artículo se va a abordar la relevancia de la formación y capacitación en la ES concretamente en las cooperativas de trabajo y en el momento del emprendimiento. Además, el estudio se va a centrar en Galicia porque este territorio ofrece un escenario adecuado para analizar la formación y la capacitación en el ámbito de la ES. En primer lugar, Galicia cuenta con un ecosistema propio de fomento de la economía social, especialmente a través del emprendimiento cooperativo, favoreciendo especialmente las cooperativas de trabajo asociado. Este ecosistema ha experimentado un crecimiento notable desde la implementación de la Red Eusumo, una plataforma que apoya el emprendimiento colectivo y la formación en el ámbito de la economía social (Bastida et al., 2020a). Además, cuenta con una estrategia para el sector que se apoya en la formación como palanca transformadora. De hecho, en su misión se recoge la voluntad de mejorar las competencias de las personas y las capacidades de las entidades de ES para mejorar la sustentabilidad social, económica y ambiental.
En segundo lugar, estudios exploratorios previos han identificado los factores que impulsan a las personas emprendedoras gallegas a hacerlo bajo el modelo cooperativo. Estos estudios subrayan que la ES, y en particular las cooperativas, ofrecen un marco más adecuado, especialmente para las mujeres emprendedoras, siempre que se persiga una organización empresarial más inclusiva y de propiedad conjunta para desarrollar su potencial empresarial (Bastida et al., 2020b). Parte de esta decisión se fundamenta en la posibilidad de poder acceder mejor a la formación bajo esta fórmula empresarial frente a otros modelos societarios.
Por último, Galicia cuenta también con un entorno favorable en lo que se refiere a políticas de apoyo a formación y capacitación. Muestra de ello es que es una de las primeras regiones europeas en dotarse de Agenda de las Capacidades reto previsto para 2025 por la Comisión europea y que en Galicia se aprueba 4 años antes. Esta estrategia integral y ambiciosa no solo busca amortiguar los ciclos económicos, sino también abordar problemas estructurales mediante la formación continua, optimizando los perfiles profesionales para responder a las demandas del mercado laboral. Busca reforzar sectores clave y se articula en colaboración con entidades asociativas, sectoriales entre las que se encuentra la ES.
1. La mejora de las capacidades como palanca de transformación en las empresas de economía social
La educación y la formación continua son factores clave para el desarrollo y la competitividad en el ámbito empresarial, tanto a nivel nacional como internacional. En España, este aspecto ha cobrado especial relevancia en el contexto empresarial, donde el incremento de la competitividad y la adaptación a los cambios tecnológicos requieren que las personas trabajadoras cuenten cada vez con una mayor cualificación (Cruz-Castro & Sanz-Menéndez, 2016). A nivel global, organizaciones como la OCDE y la OIT han destacado la importancia de la formación como una herramienta estratégica para enfrentar los desafíos que plantea el futuro del trabajo, especialmente en un entorno cada vez más marcado por la digitalización y la automatización (OECD, 2020).
Numerosos estudios han demostrado que la inversión en formación por parte de las empresas está estrechamente ligada a un mayor rendimiento económico y a la sostenibilidad a largo plazo. En el contexto español, las empresas que implementan programas de formación para sus empleados muestran incrementos significativos en productividad, además de mejoras en la retención del talento (García-Muiña et al., 2019). Estas mejoras son particularmente evidentes en sectores estratégicos como el tecnológico y el industrial, donde la innovación y el uso de nuevas tecnologías requieren de competencias específicas y actualizadas.
García-Piqueres y García-Ramos (2020) señalan que aquellas empresas que invierten regularmente en la capacitación de su personal ven aumentada su capacidad de adaptarse a cambios en el mercado, mejorando su competitividad y estabilidad. Por su parte, Martínez-Campillo et al. (2020), indican que las empresas que apuestan por la formación técnica y profesional de su personal tienen una mayor capacidad para innovar y adaptarse a los cambios estructurales del mercado.
A pesar de los avances en la formación de las personas trabajadoras, el tejido empresarial español aún enfrenta retos importantes. Según el informe del World Economic Forum (2021), cerca del 40% de las empresas españolas aún no han implementado programas de formación continua para sus empleados. Esta carencia afecta principalmente a las pymes, que a menudo carecen de los recursos financieros y organizativos para invertir en la capacitación de su personal (Fernández-Muñiz et al., 2019).
Tal y como se ha descrito anteriormente, Galicia ha tomado medidas estratégicas para alinear las competencias de las personas trabajadoras con las necesidades del mercado actual y futuro. La Agenda Gallega de Capacidades es un ejemplo claro de cómo la región está comprometida en mejorar la cualificación de las personas trabajadoras para hacer frente a los desafíos de la digitalización y la transformación tecnológica (Xunta de Galicia, 2022).
El sector empresarial gallego, especialmente las pequeñas y medianas empresas (pymes), ha comenzado a reconocer el valor de la inversión en formación como un medio para aumentar la productividad y la retención de talento.
De hecho, estudios han demostrado que las empresas gallegas que invierten en programas de capacitación observan mejoras en la eficiencia y adaptabilidad de sus empleados, lo que fortalece su capacidad para competir en un entorno cada vez más dinámico (Confederación de Empresarios de Galicia, 2021). La Formación Profesional Dual, por ejemplo, ha sido clave para conectar a personas jóvenes con el mercado laboral y mejorar sus habilidades prácticas en sectores clave como la industria y la tecnología (Rodríguez et al., 2020).
No obstante, a pesar de estos avances, persisten retos importantes. Al igual que en el contexto nacional, muchas pymes gallegas carecen de recursos suficientes para implementar programas de formación continua, lo que limita su capacidad de adaptación a los cambios estructurales del mercado.
Igualmente, en la ES la educación y la formación continua son componentes clave para fortalecer este sector, ya que garantizan la profesionalización y la capacidad de adaptación de las entidades de la ES a los nuevos desafíos sociales y económicos (Utting, 2015).
A nivel internacional, organismos como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Europea han reconocido que la formación es un pilar fundamental para el crecimiento sostenible de la ES. El World Co-operative Monitor (2020) destaca que las cooperativas y otras entidades de la ES que invierten en formación y educación muestran una mayor resiliencia frente a las crisis económicas y una mayor capacidad de innovación social.
En España, la Ley 5/2011 de Economía Social refuerza la importancia de la formación en este sector, estableciendo que las entidades de la ES deben promover la formación de las personas socias y empleadas para mejorar su eficiencia y competitividad. Estudios recientes han señalado que las cooperativas y sociedades laborales que invierten en la formación de sus miembros tienen un mayor impacto en términos de empleo y sostenibilidad (Monzón et al., 2020).
Un estudio de Santos et al. (2019), subraya que la formación en competencias específicas de gestión y liderazgo es esencial para el éxito de las cooperativas gallegas. Además, se ha señalado que las cooperativas con mayor inversión en formación son más resilientes frente a las crisis económicas, y tienen una mayor capacidad de adaptación a los cambios en el mercado y a las demandas sociales.
A pesar de los avances en la formación en el sector persisten algunos desafíos. Uno de los principales obstáculos es la falta de recursos financieros para implementar programas formativos de calidad, especialmente en las pequeñas cooperativas y entidades de economía social. Según un estudio de Rodríguez y Seguí-Mas (2020), publicado en CIRIEC-España, Revista de Economía Pública, Social y Cooperativa, muchas cooperativas en España aún enfrentan dificultades para acceder a formación especializada, lo que limita su capacidad de adaptación y crecimiento.
2. La capacitación de las personas, el ADN de las cooperativas
La formación es un elemento fundamental en el desarrollo de la ES, ya que fortalece las competencias necesarias para garantizar la sostenibilidad y la competitividad de las organizaciones que la integran. Dentro del cooperativismo, este aspecto adquiere una relevancia aún mayor pues uno de sus principios es precisamente el de educación, formación e información. (ICA, 2015). A diferencia de otros modelos empresariales, el cooperativismo considera la capacitación no solo como un medio para aumentar la productividad, sino como una herramienta para promover la equidad y la cohesión social. Esto se refleja en el compromiso obligatorio de destinar una parte de los excedentes a fondos de educación y formación, lo que convierte a las cooperativas en estructuras organizativas resilientes y con una capacidad de innovación superior a otras formas empresariales (Monzón & Chaves, 2017; Hernández, 2020). Este enfoque en la formación permite a las cooperativas desarrollar una cultura organizativa sólida basada en la participación y el compromiso, lo que mejora tanto la eficiencia como la sostenibilidad a largo plazo.
Este principio establece que las cooperativas tienen la responsabilidad de proporcionar educación y formación a todas las personas involucradas en la organización, desde socios y socias, hasta directivos, directivas y empleados, con el fin de asegurar una contribución eficaz al desarrollo de la cooperativa (ICA, 2015). Además, establece el deber de informar al público sobre la naturaleza y los beneficios de la cooperación. Por lo tanto, este principio debe entenderse desde dos perspectivas fundamentales. Primero, implica una apuesta por la educación y formación continua de todas las personas que forman parte de la organización, con el objetivo de fomentar la participación activa y el liderazgo dentro de la cooperativa. Segundo, resalta el derecho a la información de todos los socios y socias sobre el funcionamiento y las decisiones que se toman dentro de la cooperativa, asegurando la transparencia y el acceso equitativo a la información.
Tal y como se señalaba, un aspecto clave que diferencia a las cooperativas de otros modelos empresariales es el establecimiento del fondo de formación y educación, que se constituye de manera obligatoria a través de una parte de los excedentes. Este fondo garantiza la inversión continua en el desarrollo de competencias de personas socias y trabajadoras, lo que puede contribuir generar una ventaja competitiva de estas organizaciones frente a otros modelos empresariales que no tienen un compromiso explícito y sistemático con la formación continua. La formación cooperativa no solo refuerza las capacidades técnicas de sus integrantes, sino que también fomenta valores éticos y sociales que son esenciales para el modelo cooperativo, como la democracia y la equidad (Hernández, 2020).
El énfasis en la formación continua y el acceso a recursos educativos diferenciados es un factor crucial que posiciona a las cooperativas como actores resilientes en tiempos de crisis.
Estudios recientes han demostrado que las cooperativas que invierten sistemáticamente en la formación de sus miembros son más propensas a resistir y adaptarse a cambios económicos, tecnológicos y sociales, en comparación con las empresas convencionales (Monzón & Chaves, 2017). Además, esta ventaja competitiva se ve amplificada en sectores que requieren una actualización constante de conocimientos y habilidades, como el tecnológico o el agroalimentario, donde la formación se traduce directamente en mejoras productivas y en la capacidad de innovación (García-Muiña et al., 2019).
Por otro lado, el compromiso con la formación también refuerza la cohesión interna de las cooperativas, ya que proporciona un espacio para que los miembros adquieran no solo conocimientos técnicos, sino también competencias para la toma de decisiones y el liderazgo democrático, elementos esenciales para el buen funcionamiento de la gobernanza cooperativa (Smith & Rothbaum, 2020). En comparación con otros modelos empresariales más jerárquicos, donde la formación puede ser vista como un beneficio opcional, en las cooperativas se entiende como una obligación que fortalece la estructura social y económica de la organización.
Por último, este principio también fomenta la igualdad de género, ya que la formación debe ser accesible por igual para hombres y mujeres, con el fin de promover una participación equitativa y el empoderamiento de ambos en la toma de decisiones. Democratizar el acceso a la información y asegurar la igualdad de oportunidades en la formación son herramientas cruciales para el empoderamiento de las personas en las cooperativas, permitiendo que estas organizaciones sean más inclusivas, sostenibles y democráticas (Monzón & Chaves, 2017). Así, el principio de formación no solo mejora las competencias técnicas, sino que también fortalece los valores cooperativos, como la equidad, la solidaridad y la participación.
3. La formación como factor de atracción en las cooperativas gallegas
Las características del cooperativismo -empresas de gestión democrática, donde prima el fin social frente al capital y que sitúan a las personas en el centro de las decisiones- pueden resultar motivadores para la captación de talento y el acercamiento de personas emprendedoras a este modelo empresarial. De hecho, trabajos previos han identificado algunos de estos factores y cual es su peso relativo en la decisión de las mujeres que optan por estas fórmulas societarias (Bastida, et al. 2021a y 2021b).
Entre estos factores motivadores destacan los principios cooperativos, como el principio de puertas abiertas, el interés por la comunidad, la gestión democrática, la participación en igualdad de condiciones y el acceso a la formación. Además, se subyacen a este modelo empresarial beneficios individuales como mejores relaciones laborales y sociales, adaptabilidad a circunstancias personales y beneficios económicos colectivos. Por último, existen una serie de factores, que se pueden denominar externos, que tienen que ver con los beneficios fiscales, el acompañamiento especializado en la constitución y la vida de la empresa y el acceso a asesoramiento y capacitación.
En el ámbito de la educación, este modelo empresarial, ha sido identificado por diversos estudios como un entorno que facilita la educación y formación especialmente en las mujeres, pues promueve su empoderamiento en mayor medida que otros modelos empresariales. Las cooperativas, al basarse en principios de igualdad, autogestión y participación democrática, ofrecen a las mujeres mejores oportunidades para acceder a formación, lo que contribuye a su avance profesional (Apelqvist, 1996; Okechukwu & Agbodike, 2016). Esta facilidad a la formación dentro del cooperativismo resulta esencial para que las mujeres desarrollen las competencias necesarias para participar activamente en la gestión y liderazgo de estas organizaciones. Igualmente, las cooperativas, como ya se ha indicado, tiene la obligación de dotar fondo de reserva específicos para la formación. Este hecho puede contribuir a cubrir uno de los retos identificados, sobre todo, en pequeñas y medianas empresas: dotar a la organización de recursos suficientes para llevar a cabo las acciones formativas de capacitación.
A continuación, se van a mostrar los resultados obtenidos de un estudio en además de otros items, se pregunta a la muestra cuanto influyeron las siguientes motivaciones en la decisión de acceder estos modelos empresariales siendo 1 que no influyeron nada y 7 fue lo que más influyó. La escala utilizada está validada en estudios previos y la muestra estaba compuesta por las personas que indica la tabla. Un total de 178 personas todas ellas pertenecientes a la ES (personas socias y trabajadoras) divididas en cinco grupos: cooperativas, centros especiales de empleo, sociedades laborales, empresas de inserción y asociaciones con actividad económica.
Sexo | Tipo de ayuntamiento | Vinculación con la empresa | Edad | ||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Total | H | M | otro | Rural | Urbano | Propietario | Propietario y trabaja | Solo trabaja | 16-30 | 31-45 | 46-65 | NC | |
Asociación | 18 | 2 | 16 | - | 10 | 8 | - | - | 18 | 2 | 6 | 10 | - |
CEE | 18 | 4 | 8 | 6 | 3 | 15 | - | - | 18 | 2 | - | 6 | 10 |
EIL | 4 | 2 | - | 2 | 2 | 2 | - | 2 | 2 | 2 | 2 | ||
Sociedad Laboral | 12 | 6 | 4 | 2 | 4 | 8 | - | 6 | 6 | - | - | 4 | 8 |
Cooperativa | 126 | 52 | 47 | 27 | 65 | 61 | 2 | 110 | 14 | 10 | 43 | 34 | 39 |
Los motivadores se agrupan en los tres bloques citados -principios, necesidades individuales y factores exógenos- son un total de 15 factores entre los que se encuentra el facilitar el acceso a la educación y a la formación.
La mayoría de los motivadores influyen altamente en la decisión de trabajar en las entidades de ES tal y como se muestra en la gráfica todos se sitúan por encima de 5 menos los factores exógenos.

En lo que refiere al acceso a la educación, este factor motivacional tiene un impacto general de 5,09 de media, pero su influencia es diferente dependiendo del segmento de la muestra. Así, en las cooperativas el peso de la formación asciende a 5,27, existiendo una diferencia notable entre hombres y mujeres ya que en las primeras el motivador sube a 5,47 casi tres puntos más que en el caso de los hombres. Si la muestra se segmenta por la situación de la empresa, el acceso a la formación aumenta si el entorno es rural frente al urbano (5,67 frente a 5,31). Por lo tanto, todo parece indicar que las cooperativas favorecen el acceso a la formación a los colectivos que, normalmente, tienen una mayor dificultad para acceder a la misma: mujeres y entornos rurales.
Por lo tanto, los resultados obtenidos en este estudio reflejan que la formación desempeña un relevante como factor de atracción hacia las cooperativas y otras entidades de la ES en Galicia. El acceso a la formación, en particular, muestra un impacto significativo en la toma de decisiones de los individuos que se integran en el cooperativismo y un peso especialmente relevante en mujeres y en zonas rurales donde las medias ascienden. Esto confirma que las cooperativas no solo facilitan el desarrollo profesional de personas que, normalmente, enfrentan mayores barreras para acceder a la formación, sino que también promueven la igualdad de género y la cohesión social a través de su compromiso con la educación.
En conclusión, el estudio hace hincapié en la importancia de la formación continua como motor para el desarrollo y la competitividad de las cooperativas y otras entidades de la ES. En particular, destaca el compromiso de las sociedades cooperativas con esta capacitación, puesto que uno de sus principios fundamentales es el de educación y formación. Esta apuesta redunda en una mejora de la productividad y la capacidad de innovación de estas entidades, además de reforzar la cohesión interna y la sostenibilidad a largo plazo. Adicionalmente, la formación se concibe como un medio para adquirir competencias técnicas y una herramienta para promover la equidad y la participación democrática, elementos clave en la gestión cooperativa.
El estudio también muestra que la formación es un factor de inclusión importante, especialmente para las mujeres y las personas que trabajan en entornos rurales. Las mujeres, en particular, valoran el acceso a la formación de manera significativa, lo que constata que la perciben como un medio para mejorar su participación y liderazgo en las cooperativas. Esta cuestión es especialmente importante, puesto que las cooperativas han demostrado ser un entorno propicio para el empoderamiento femenino. En consecuencia, la formación proporciona a las mujeres las competencias necesarias para desempeñar roles de liderazgo, contribuyendo a reducir las barreras de género en la toma de decisiones y la gobernanza de las cooperativas.
Pese a estos resultados positivos, también se señalan algunos puntos de mejora. Las pequeñas cooperativas, en particular, tienen dificultades para financiar programas formativos de calidad. Esta limitación podría afectar su capacidad para adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos, lo que evidencia la necesidad de un mayor apoyo institucional y políticas que faciliten el acceso a la formación en estas entidades.
En resumen, la formación en las cooperativas emerge como un factor clave que les permite mantenerse competitivas y resilientes en un entorno en constante transformación.
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